jueves, 25 de noviembre de 2010

Al Cantara, un descubrimiento de última hora

¿Nunca se ha preguntado nadie qué tal sonaría el Marco Polo de Loreena McKennitt tocado con gaitas? Pues si alguien ha tenido esa curiosidad, aquí está la respuesta:

"Fête des Remparts" DINAN Juillet 2010

AL CANTARA | Myspace Music Videos


Voy a definirles según ellos mismos lo hacen: el cruce las músicas celta y andalusíes, un puente entre culturas y entre las dos orillas del Mediterráneo. Todo un descubrimiento.

Responsabilidades varias

Pues esta misma tarde, hace un ratito, he vivido lo siguiente:

Calle de mi barrio, chico adolescente que a la legua se le notaba muy poca edad, desde luego, menor de 18, fetén. Chico que se acerca a treintañera estupenda, bien trajeada y mejor peinada (ya se sabe: traje sastre de paño corte Chanel, medias tupidas con taconazos y bolso ad hoc, media melena con mechas y ondas de peluquería muy reciente y cara tontaelculo que te pasas). Chico que le pide un cigarro a la estupenda y estupenda que se lo da, a pesar de que al chico se le veía a la legua que no llegaba ni a los 15.

Yo me paro frente a ellos y le pregunto al chico ¿cuántos años tienes? y chico que responde entrecortadamente diecisiete (...y un jamón con chorreras me digo yo a mi misma) y sale pitando.

La estupenda y su acompañante -con el mismo aspecto espabilao que la citada-, se quedan paradas ante mi intromisión y sin darles tiempo reaccionar, le espeto a la susodicha ¿Te has dado cuenta de que le has dado un cigarro a un menor de edad?

La estupenda (y su acompañante también) sufre un avinagramiento masivo en su cara de tontaelculo y me dice ¡Qué le enseñe su madre! y yo Bueno, pues te informo que has hecho mal esto, y te lo comento como educadora, vaya. Ella, la culpa es del chaval por pedirlo... a lo que rauda le replico O sea, ¿que un menor te pide un cigarro y tú, adulta, se lo das y encima dices que la responsabilidad es suya? ¡ESO SE LLAMA ECHAR BALONES FUERA!

Y ahí la he dejado, con su acompañante murmurando no-sé-qué, debido a mi superpaso rápido de caminata con botas planas.

La historia es tan tonta como cualquier otra, pero lo que me ha llamado la atención ha sido el pasotismo de la estupenda, el hecho de haber dejado de lado su responsabilidad como adulta y como en ningún momento ha reconocido que había hecho algo mal. Desde luego al otro nadie le iba a quitar su cigarro, porque lo que ha tardado en salir corriendo...

Me pregunto si esta actitud ante algo evidente y evitable, pero llevada a los grandes eventos sociales, económicos y políticos, es en parte la responsable de muchos de nuestros problemas actuales.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Una historia...


Mi hija Marina ha dibujado esta historia, creo que es muy bonita. La he puesto con sus faltas de ortografía y con sus colores originales, tal como ella la ha hecho. Se le ha ocurrido a ella solita...

domingo, 14 de noviembre de 2010

Una clase con un gran maestro

Pues el otro día curioseando por Facebook vi un álbum de fotografías de Nesma, en el que había una imagen de ella asistiendo a clase de Ibrahim Akef, que realmente es espectacular por la situación que refleja.

Entre mis escasos conocimientos de danza oriental NO figuraba saber que Ibrahim Akef era hermano de Naima Akef (¡madre mía, mi diosa si yo fuera creyente!), parentesco que me explicó Shady Sultan, quien también me explicó una cuestión que me ha dejado un poco sorprendida: el conocimiento más profundo de la danza oriental se encuentra en los maestros masculinos y ellos son quiénes lo transmiten a las grandes divas del baile, ellas lo ejecutan y lo hacen público, es decir, lo sacan a la luz. De manera que se ocurre a mí que hay una especie de ying y yan en esto de la danza oriental, la dualidad maestro/bailarina sin la cual la danza no sería lo que es.

Tampoco sabía yo que probablemente Ibrahim Akef ha sido uno de los tipos más duros como maestro que una bailarina ha podido tener, algún comentario hay sobre las lágrimas que ha hecho derramar (buf, ahí no me van a pillar, ni de moco). Incluso ahora mismo, redactando esta entrada, he encontrado bibliografía científica sobre su persona, de la que doy la referencia, pero no he localizado la publicación a texto abierto en internet:

Henni-Chebra, Djamila: IBRAHIM AKEF, LE SEIGNEUR DE LA DANSE. Qantara: magazine des cultures arabe et méditerranéenne, ISSN 1148-2648, Nº 69, 2008, pag. 16.

Siguiendo con mi curiosidad, encontré este vídeo en el que se observa una clase magistral de este profesor con un buen puñao de alumnas:


En este vídeo precisamente se refleja cómo funcionan este tipo de clases, que era lo que quería yo comentar aquí. No quiero cuestionar la personalidad del maestro ni nada semejante, sino la propia estructura de estas macroclases que sirven para que puedas apuntar en el curriculum que has tenido de maestro/a a tal figura, pero en las que realmente, al menos menda, jamás he logrado aprender nada provechoso.

Obsérvese como el sistema es el habitual sígueme si puedes y como hay algunas personas que son capaces de repetir muy correctamente lo que el maestro va indicando, mientras que hay otro colectivo (en el que me incluyo desde el primer momento) que apenas da pie con bola.

Por la experiencia que voy teniendo, y dejando muy claro de antemano que no soy bailarina profesional y por lo tanto, no soy capaz de seguir una secuencia de pasos solamente a base de indicaciones verbales, estas clases magistrales no me sirven de mucho. Suelen estar atestadas de gente, tienes dificultades para ver lo que hace la eminencia y en el par de horas que suelen durar, pues ná, que no pillo ná. 

Me resultan mucho más útiles las clases más reducidas y repetidas con periodicidad prusiana, en las que se trabaja sistemáticamente tal o cual cuestión y vas domando tus huesos, tu musculatura y tu cerebro hasta conseguir hacer lo que te están enseñando.

Por eso, ver este vídeo lo que me provoca es una enorme sonrisa, no porque considere que Ibrahim Akef es un mal maestro ¡NOOOOOOO! sino porque me veo reflejada en esas alumnas que giran justo al contrario, que miran buscando ayuda a la avispada compañera que repite  los pasos exactamente como marca el maestro y porque, presumo, deben terminar el evento con la misma sensación frustrante con la que yo termino.